Pensamiento de San Agustín y su aplicación en la pandemia del COVID - 19
Para desarrollar este post, los profesores de filosofía, Pablo Andrade y de formación cristiana Héctor Cedeño, nos han compartido unas preguntas que son contestadas a través del pensamiento de San Agustín, para posterior a la explicación de la respuesta, analizar su relación con la pandemia del COVID - 19.
Agradezco a mi familia por haberme ayudado.
1. ¿Por
qué es necesaria la Iluminación?
La iluminación del Espíritu Santo, la tercera persona en
la santísima trinidad, es vital para entender a Dios, a la moral. La
iluminación, nos lleva a conocer, a través de ella, podemos entender lo que
Dios quiere de nosotros, nos conduce hacia sus propósitos y hacia entender lo
que nos quiere decir a través de las sagradas escrituras y los textos de los
santos. Por eso en la carta de Pablo a los cristianos en corintia (autor que
ayudó a la conversión de San Agustín) dice en su capítulo 12, versículo 13: “Nadie
puede llamar a Jesús Señor, si no es gracias al Espíritu Santo”. A través de la
iluminación Dios nos deja conocer una pequeña parte de sus pensamientos, dado a
que nuestra capacidad de razonar es tan pequeña como un agujero en la arena, en
comparación al mar. La iluminación del Espíritu Santo, en estos tiempos
difíciles, nos ayuda a entender que tenemos que velar por el bien del otro, si
el próximo a nosotros, o sea nuestro prójimo, no tiene los recursos necesarios
para cuidarse de esta enfermedad, nosotros muy probablemente también seremos
contagiados. Al estar encerrados, sin el ajetreo cotidiano en el que solíamos
vivir, tenemos tiempo de reflexionar y de pedir a Dios que actúe en nuestra
vida, mediante la oración y la súplica de iluminación al Espíritu Santo, para
comprender ¿qué quiere de nosotros? y ¿qué lugar jugamos en su maravilloso
plan?
2. ¿Cómo
demuestra San Agustín la existencia de Dios?
San Agustín, tiene dos grupos de frases que nos ayudan a
entender la existencia de Dios y su relación inherente con la razón: cree para
entender y entiende para creer, aquí este Santo, nos quiere decir que no
debemos prescindir de la razón ni de la fe para llegar a la verdad, siendo la fe
una la revelación directa de Dios por diversos canales y la segunda los
descubrimientos humanos empíricos, por eso dice que la fe le lleva a ocuparse
de la actividad intelectual; es razonable creer, es la segunda frase, porque si
no creemos, nos estaremos privando de una de las vías para llegar a la verdad y
por ende, nuestro razonamiento sería incorrecto. San Agustín, también afirma
que la fe tiene un mayor peso que la razón, por ser revelación directa del
Padre. Esto después se verá reflejado en el Youth Cathesism of the Catholic
Church (YOUCAT), el cual dice en sus páginas #15 y #16 que: “Sí. La razón
humana puede conocer a Dios con certeza. El mundo no puede tener su origen y su
meta en sí mismo. En todo lo que existe hay más de lo que se ve. El orden, la
belleza y la evolución del mundo señalan más allá de sí mismas, en dirección a
Dios. Todo hombre está abierto a la Verdad, al Bien y a La Belleza. Oye dentro
de sí la voz de La conciencia, que le impulsa hacia el Bien y le alerta ante el
Mal. Quien sigue esta pista razonablemente encuentra a Dios. ¿Por qué entonces los hombres niegan a Dios, si pueden conocerlo
mediante la razón? Conocer al Dios invisible es un gran reto para el espíritu
humano. Muchos se acobardan ante él. Otros no quieren conocer a Dios, porque
ello supondría tener que cambiar su vida. Quien dice que la pregunta acerca de
Dios carece de sentido, porque no se puede resolver, se lo pone demasiado
fácil.” (Benedicto XVI,
Zu Eltz Johannes, Heereman Michaela … Webwer Humbert Philip,
YouCat, pgs. 15 y 16 Editorial Encuentro, 2011). Con esta situación mundial, si
crees en Dios razonablemente, sabrás que su eje fundamental es el amor y el
servicio al prójimo, por ende, en afán de cuidar al resto y cuidar tu cuerpo,
creación de Dios, no saldrás y te quedarás en tu casa, en ese servicio silente,
de razonar lo que Dios nos pide y obedecerlo.
3. Explica
por qué se dice que la moral agustiniana es voluntarista.
Como preámbulo a esta respuesta, es imperioso aclarar que
Dios nos da el libre albedrío para actuar correctamente, no para hacer lo que
queramos. Si Dios no nos lo hubiera otorgado, su amor hacía nosotros y nuestro amor
hacia él sería imperfecto, porque, si no tuviéramos el libre albedrío estuviéramos
obligados a amarlo y servirlo involuntariamente, eso sería una dictadura. En cambio
Dios, nos da la libertad de servirlo, amarlo y seguirlo, entonces genera un
amor real y perfecto. Teniendo esto en cuenta, la moral agustiniana es
voluntarista por el hecho que tenemos que tener la voluntad de amar y servir.
El momento de amar, ya no deseas el daño a nadie, entonces si tienes la voluntad de amar, estás obrando moralmente. Pero si
solo amas a quien te ama y solo haces el
bien a quienes te hacen el bien ya no hay mérito en tus acciones. Por eso San
Agustín nos dice “Ama y haz lo que quieras” porque al amar obras conforme a la
moral te lo pide. Entonces, teniendo en cuenta ese amor servicial, en cuanto a la
situación mundial actual, amarás, por ende tratarás bien, a las personas que te
rodean, aunque la convivencia tanto tiempo, entre pocas personas sea
complicada. Tenemos médicos, policías y otros trabajadores que sirven a la
sociedad, sabiendo que tienen una grande probabilidad de contagiarse, aun así,
no desfallecen y buscan el bien del resto.
4. ¿Cómo
es compatible la existencia de Dios y su acción creadora con la presencia del
mal en el mundo?
El mal no es nada más que la ausencia de Dios. Por ende,
el momento en el que deseo pecar, me estoy alejando de Dios y estoy permitiendo
que su opuesto sea el que esté presente. Pero, en el momento en que Dios es el eje
fundamental de la vida, su opuesto ya no estará. “El demonio es como un perro
encadenado que no puede morder” esto solía decir San Agustín para demostrar que
el mal no puede actuar si no le permitimos. También, este obispo de Hipona, nos
dice: “No digas que el tiempo pasado fue mejor que el presente; las virtudes
son las que hacen buenos tiempos y los vicios los que lo vuelven malos.” Aquí
Agustín, nos explica que cuando negamos al mal, ejemplificado en el vicio,
estamos permitiendo que en nosotros se desarrollen las virtudes y así evadimos la
presencia del mal. También nos dice: “Conócete, acéptate y supérate.” Esto
quiere decir que debemos permitir que Dios entre como centro de nuestro actuar,
para así llegar a una conversión verdadera y al superar los errores que radican
en el pecado, estamos superando también la presencia del mal en nuestras vidas,
porque permitimos que Dios entre. Y recordando lo que se dijo al principio, el
mal es la ausencia de Dios, el momento en el que dejamos que él comande, ya no
habrá mal. Así que, en estos tiempos, tenemos que dejar que Dios
entre, para evadir al mal y buscar el bien del resto. Dios no creó el pecado,
este es su ausencia, por eso cuando somos egoístas y nos acabamos los víveres,
por ejemplo, en los supermercados, estamos permitiendo que el mal nos maneje a
través del pecado del egoísmo. En estos tiempos de encierro, podemos pedir a
Dios, a través de la meditación del evangelio, el rezo del santo rosario, entre
otras vías, que entre en nuestras vidas, como comandante de nuestra barca, erradicando
el accionar del maligno en nuestras decisiones, en fin, en nuestra vida.
Att.
José Daniel Toral
UNIDAD EDUCATIVA PARTICULAR BORJA
Primero de Bachillerato General Unificado “C”
Marzo 27, 2020
#CrónicasCOnVIDa
El trabajo es bueno, sigue adelante.
ResponderBorrarGRACIAS PABLITO!
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